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Janá: La gracia de la tefila.

La historia de Janá y su profunda tristeza por no haber sido bendecida con hijos me despierta un torrente de emociones, sus suplica desesperada a D-os me resulta uno de los relatos más apasionantes de la Tora. Su plegaria conmovedora y desgarradora logra transformar su estado de absoluta desesperación en una exaltación sin precedentes cuando finalmente fue bendecida con un hijo: Sh’muel(Samuel).

Janá fue una de las 7 mujeres a las que Dios le dio el poder de la profecía. Así que en total tenemos 7 mujeres profetisas, y 48 profetas, cuyas profecías son mencionadas en el Tanaj.

La historia, como la leemos en Rosh Hashana a partir del primer capítulo del libro de primera de Samuel inicia presentándonos a Elkana, el marido de Jana. Fue un levita (perteneciente a la tribu de Leví) y vivia en Ramataim Zofim del monte de Efraín. Elkana era un hombre de noble carácter y gran piedad. Vio con dolor como muchos de sus hermanos judíos se alejaban lentamente de Dios y decidió generar un vívido interés en el centro espiritual de Shiloh, donde Eli el alto sacerdote era el juez de Israel en esos días.

Janá era una de las dos esposas de Elkana y no tenía hijos. Silenciosamente sufrió muchas humillaciones a las manos de la más afortunada Penina, quien tenía hijos. En uno de los peregrinajes anuales a Shiloh, Janá se levantó en el santuario y le abrió su corazón a Dios. Le rezó a Dios que la bendijese con un hijo, e hizo votos de que consagraría toda la vida de su hijo a Dios. Rezo en silencio, balanceándose ligeramente, Elí la vio y creyó que estaba borracha. El la reprendió por entrar al santuario en un estado de ebriedad. Pero Janá respondió con dignidad, “No, señor. Mio”, yo soy una mujer de espíritu doloroso; No he bebido ni vino ni bebida fuerte, sino que he derramado mi alma delante de Dios.

Elí se dio cuenta de la profunda piedad y el dolor que había movido a esta mujer y le dijo,” Ve en paz y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho” Janá se lo agradeció graciosamente y se fue con felicidad en su corazón, con la seguridad de que su plegaria había sido aceptada.

Veamos otro recurso, El Talmud dedica varios pasajes a la historia de Jana – la esposa estéril de Elkaná – que rezo por un hijo. El texto completo y los detalles del episodio que se produjo el primer día de Rosh Hashana, se puede encontrar en Sh’muel – 1, capitulo 1 – 2. Hashem escucho su plegaria en este tiempo. De hecho, su historia es la Haftara del primer día de Rosh Hashana. (Haftará es la sección de los profetas que se lee en la sinagoga, en Shabat y Festividades).

Janá ascendió al tabernáculo en Shiló para implorar a Hashem que le conceda un hijo. Ella rezó mucho, en silencio, sin emitir sonido alguno. Eli el Sacerdote Principal, observando que sus labios se movían sin que se oyese plegaria alguna, interpreto que estaba ebria y la reprendió por rezar en esa situación. Janá le respondió que estaba equivocado, que no estaba ebria, sino que estaba orando, derramando su corazón a Hashem por su amargura y tristeza por no tener hijos. Eli le deseo lo mejor y le revelo que sus plegarias ya habían sido aceptadas en lo alto. De hecho, al año siguiente, ella dio a luz a “Un hombre entre los hombres”, el gran Sh’muel Hanavi (el profeta). Janá consagro a su hijo Sh’muel al Maestro de las legiones, Hashem, y llevo al niño, a la tierna edad de dos años, a vivir y aprender de Elí en el Tabernáculo.

A partir de las acciones de Janá derivamos el principio de la concentración en la Amida (plegaria que se recita de pie y consta de 19 bendiciones), así como el deber de mover los labios y pronunciar cada palabra en voz baja, para que otras personas no puedan oírlas. (el “escaneo” visual solo, sin pronunciar las palabras, es insuficiente). EtzIosef añade que un ebrio no debe orar ya que no puede tener la concentración adecuada. Si un ebrio reza ¡su plegaria es comparable a la idolatría!

¿Por qué Eli pensó que Janá estaba ebria? Al parecer en esa época era inusual rezar prolongadamente en silencio. De hecho, el Midrash afirma que por esta excesiva tefilá (plegaria) Janá fue castigada con que su hijo Sh’muel alcanzara solo los 52 años de edad. Se dice que la oración prolongada y los lamentos exagerados podrían dar la impresión de que D-os actúa insensiblemente, Jas vashalom (Di-s nos libre), pero la verdad de todo esto era la intención de Janá, ella simplemente derramo su corazón a Hashem para que le concediera un hijo.

Janá respondió con vehemencia a Elí: “No, mi señor no estoy ebria” sonaba esto como un desafío a Elí. “usted no debe ser un maestro ya que está equivocado”, reaccionando ella con mucha firmeza mostrando que en el fondo la cuestión era de tiempo. El tiempo de Eli estaba por terminar para que su hijo Sh’muel lo reemplazara en su oficio.

La Guemará dice que Janá fue la primera persona en llamar a Hashem “Maestro de la Legiones”.  ¿Por qué este título? Porque ella estaba desafiando a Di-s, diciendo: es tan fácil para Ti darme un hijo…Después de todo, tienes tantos anfitriones en Tu reino. ¡que es uno más o uno menos?

No sé si la naturaleza de Janá estaba en conflicto, es como si ella se dirigiera a D-os y le dijera: “yo podría Obligarte a que me des un niño, pues podría volverme una Sotá”, es decir, una mujer que se recluye con un hombre en un cuarto y es acusada de actuar inmoralmente. Aunque bíblicamente está prohibido que una mujer casada este a solas en un cuarto que no sea su esposo; se trata de la prohibición de íjud (reclusión), Y además como parte del proceso de probar la inocencia en esta circunstancia de dolor de una Sotá, tal vez se requeriría borrar el nombre de D-os de su vida lo que implicaría otra transgresión. Pnei Iehoshúa explica que ella no tenía pensado hacerse Sotá en la práctica, sino que estaba diciendo que podría hacerlo, entonces…. ¿por qué no darle un hijo?  Ben Iehoiadá le da un giro interesante a esta explicación. Janá le dijo a Hashem que Él debería concederle su petición en mérito de abstenerse de realizar estas dos transgresiones (recluirse con un hombre y borrar el nombre de Hashem). Menajem Meshiv Nefesh tiene un enfoque diferente. Él dice que normalmente se permite borrar el nombre de D-os en el proceso de Sotá para preservar el Shalom Bait (paz del hogar) que se crea mediante la restauración marido-mujer. Lo mismo sucede con Janá. Ella y su marido no tenía hijos después de diez años de matrimonio, lo que es una potencial causa de divorcio. Por lo tanto, Menajem termina diciendo que el borrado del nombre de D-os sería aceptable para prevenir este terrible quiebre del Shalom bait(Paz conyugal).

 

Otra pregunta expuesta de Janá a Hashem ¿Por qué no quieres que tenga hijos? ¿Acaso es por los tres pecados que las mujeres que los transgreden tienen mayor riesgo de morir durante el parto? (ella era muy cuidadosa en su tradición y mandamientos) ....... Ben Iehoiada sugiere que Janá le dijo a hashem: “Ponme a prueba, ve si he cumplido estos preceptos como nos has ordenado”. Shalá señala que estos tres preceptos están simbolizados en su nombre: JANÁ.

El nombre de JANÁ está formado por las iniciales de los siguientes tres preceptos:

JET: El separado de la Jalá (un tipo de diezmo que se saca de la masa)

NUN: Las leyes de la nidá (Periodos impuros o no aptos de la Mujer)

Y HEI: La observancia de Hadlakat Nerot (Encender las velas del Shabat).

Quiero que vean una, una plegaria que podría decirse fue concluyente para mí, más bien fue un alegato final que Janá hace a Hashem: ¿CUAL ES EL PROPOSITO DE DARLE PECHOS A UNA MUJER SI NO AMAMANTA?

Todo lo que Tu creaste está a tu servicio. Por favor déjame Servirte amamantando a un hijo.

Elkana era un hombre muy rico, y sin duda hubiese contratado una nodriza para amamantar al niño. Pero Janá dijo: No, voy a hacerlo yo misma.

Elí le dijo a Janá que daría a luz a un ‘Hombre entre los Hombres’. Un niño que se convertiría en un gran hombre cuando creciera, sugiriendo esto que sería tan grande como Moshe y Aaron. De hecho, Sh’muel es comparado a estos dos grandes lideres en el libro de Tehilim (Salmos). Recordemos que Sh’muel ungiría a los dos primeros reyes de Israel (Shaul y David).

Luego de destetar a su hijo a la edad de dos años, Janá cumplió su promesa de consagrarlo a la Tora llevándolo al templo para ser criado por Elí. El joven Sh’muel era un niño, muy brillante y precoz (escritos declaran que podía hablar al nacer).

 Janá nos dejó ver que no hay amor como el de una madre por su hijo. Ella persistió en la oración, ella quería el niño por el cual eran sus plegarias, no quería uno por el cual Elí u otra persona rezara. La confianza de Janá era tremenda y su fe en Hashem muy sólida. Sabía que su Sh’muel seria realmente capaz de lograr mucho por el pueblo de Israel, y su persistencia y fuerza salvo la vida de una de las personas más grandiosas que este pueblo jamás haya conocido.

A todas las MUJERES que silenciosamente han construido la historia.




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